Aún no hace el año desde que quise reabrir este pequeño mundo, mi mundo. Ese lugar donde pretendía dejar ir todas mis frustraciones, todos mis sueños. Es donde quería esconderme bajo las mantas de unas palabras que me roban el aliento, de unas promesas que mi cabeza no quiere dejar de darle vueltas. Cosas sin cumplir, esperanzas vacías, y un año más de mi vida en el que siento que he desperdiciado, en gran medida, todo el tiempo que quería usar en hacer realidad mis deseos.
Luego esta esa voz, esa pequeña y estupida voz que me dice y me recuerda que los sueños no tienen fecha de caducidad, que no debería ponerme una meta para hacer un sprint, que debería hacer las cosas de corazón y sin obsesionarme con lo que no he conseguido, que me quede con todo aquello que he ganado.
A veces esa voz tiene más razón que un santo, y suelo hacerle caso, así que... de perdidos al río. Voy a tomarme con calma mi vida (no con demasiada), que aún me queda mucha por delante que vivir.
Empecé el año sintiendo un terror horrible por cumplir treinta años, por entrar en esa espiral que me llevaría, sin remedio a envejecer sin poder parar el proceso. Tengo una edad en la que se espera que hayas hecho ciertas cosas con tu vida. Tener pareja, un hogar propio, tener hijos o al menos alguien con quien tenerlos. Dejar de ser una niña que solo piensa en la fiesta. No hacer ni decir tonterias. Vivir la vida como una adulta...Vamos son cosas para las que creo que no he nacido. No quiero dejar mi locura aparte, aunque sí que me he calmado un poco. No quiero tener hijos, al menos no por decisión propia. No tengo una pareja, pero tampoco vivo obsesionada con la idea de tenerla porque no sabría que hacer con ella. De lo único de esa lista que quiero hacer si o tambien y económicamente no puedo, es tener mi propio piso.
Bueno, mejor dejar de lado lo que no tengo, ¿verdad? Voy a pensar en lo que este año me ha aportado.
Aproximadamente hacia febrero descubrí un libro del que os he hablado varias veces, en realidad me lo recomendaron, es la Saga Valeria de Elisabet Benavent, y no sabía yo que un simple libro iba a aportar tanto a mi forma de vivir. Lo primero que hizo fue que se me quitaran los miedos a cumplir años. Rompió con manos de acero mi complejo de Peter Pan, y simplemente me dijo que cumplir años no es el fin de nada, sino el comienzo de un todo. Que es bueno madurar sin dejar de ser una misma, y eso me gusta, y me gusta mucho. Esa novela también ha aportado a mi vida muchas y muchas alegrías. Personas que adoro, sueños cumplidos, poder visualizar mis metas, etc.
He conocido gente maravillosa y que espero a algunas conocerlas en persona, y a otras seguir viendolas y continuar generando recuerdos. Me han hecho reír en mis momentos malos, han aguantado mis neuras, mis tonterías. Han sabido confiar en mí y que yo confie en ellas. Algunas me han dececpionado (no todo puede ser perfecto) y otras me han sorprendido gratamente.
Es verdad que si pienso en que ya estamos a las puertas de 2016 me parece que ha pasado muy rápido este 2015, pero si echo la mirada atrás me dorprendo de todo lo que ha pasado durante este año. Demasiado. Ha sido una locura tras otra. Creo que este año ha sido el más movido de todos. He ido a Madrid, a Valencia, he conocido a mucha gente (me reitero) he leído libros buenísimos, me he reencontrado con gente, se ha casado una amiga, voy a ser tía de nuevo, he descubierto cosas sobre otras personas, y he aprendido a conocerme un poco mejor.
En este último trimestre he conseguído encontrar un poco, pero muy poco, de paz interior. He tratado de controlar mi mal genio, aunque a un aries no hay quien lo controle. He dicho lo que quería decir, y he sabido cuando morderme la lengua. Me he hecho muy fan de los gintonics y de los mojitos. He descubierto que en mi pueblo hay vida después de las doce de la noche. He conseguido variar un poco mi vida social, y que no fuera siempre lo mismo. He aprendido a quererme y a tratar de ser fuerte. Ha no hundirme en mi miseria, al menos no tanto como antaño dónde mi mundo sentía que estaba derrumabado y solo a veces estaba en pie. La tortilla se ha girado.
En definitiva, que ha habido de todo, aunque me parezca que no ha pasado nada interesante.
He descubierto que los propositos no se tienen que dejar para el año nuevo, que deberíamos proponernos hacer las cosas YA, cuando realmente lo querémos hacer y no dejarlo para mañana.
Creo que os voy a dejar un poquito ya, y solo le pido una cosa al 2016, que sigan vieniendo muchos más y que no se olvide de mí.
Felices fiestas, y si no vuelvo a escribir, feliz año 2016.
Y en 2015 te he desvirgado en lo que a MotoGP se refiere. (lo de desvirgar me sigue sonando fatal)
ResponderEliminarGracias por dejarme ser parte de este año, por estar ahí, aguantarme, reñirme, hacerme ver algunas cosas... en definitiva, gracias por ser TÚ.
Muacks!