Historias

lunes, 18 de abril de 2016

Recordatorio a mi futuro yo.



Corazón encogido, escondido en un puño, queriendo estar armado, pero simplemente oprimido. Créeme cuando digo que levantar un muro no hace que sientas menos, que nadie pueda entrar. En realidad solo consigues que cada vez sea más difícil aguantar el ahogo que te supone no poder liberarlo. Sentir cada latido enlatado, encerrado.


Se corta la respiración, y los ojos se te inundan de lágrimas, las cuales no logras identificar si son de pena, dolor, alivio, o simplemente de amargor. No consigues que se derramen, y te ciegan hasta el punto de no saber por que camino tienes que ir. Te desorienta, te vela la realidad y no te deja ver lo que necesitas, lo que te conseguirá liberar.

El miedo es tu enemigo y amigo más fiel, el que nunca te abandona. Anda contigo agarrado de tu mano y te da seguridad. Crees firmemente en que será tu salvación, porque te aleja de las cosas malas que te volverán a herir. Quieres abrazarle y salir corriendo con él en brazos para que nadie pueda hacerte pensar que aquello a lo que te aferras es en realidad algo que tienes que superar.

Una burbuja de mentiras que te cuentas a ti misma. Engaños de una realidad paralela en la que quieres vivir. No necesitas a nadie ni a quien te haga reír. Te basta estar contigo misma porque es más triste sentirse sola rodeada de gente, que estar sola de verdad. Porque crees que todas tus excusas para mantenerte encerrada son tan cuerdas y lógicas que son tu ley, tu vida, y tu tranquilidad.. Una tranquilidad falsa, engañosa, que solo te consigue separar más de aquellas personas de las que en realidad huyes, a las que no te quieres enfrentar, porque tu voz tu misma la acallas, porque no te dejas escuchar.

Luchas perdidas antes de batallar. Analizas todas las probabilidades que tu mente es capaz de procesar, y en todas ellas acabas dañada, sola y peor que como empezaste. No eres capaz de ver esa luz en los demás y dejar que te demuestren que pueden sorprenderte, porque crees saber que todos son iguales, que tu vida está cortada por un mismo patrón. Analizas sobre lo que conoces, o lo que crees conocer, sin prestarle atención a tus propios errores.

Cree en ti, cree en los demás. Una piedra en el camino no es el fin, ni dos, ni tres, ni siquiera un millar, pero si la causante de que haya tantas y tantas en tu camino eres tu misma, mucho menos.