Corazón encogido,
escondido en un puño, queriendo estar armado, pero simplemente
oprimido. Créeme cuando digo que levantar un muro no hace que
sientas menos, que nadie pueda entrar. En realidad solo consigues que
cada vez sea más difícil aguantar el ahogo que te supone no poder
liberarlo. Sentir cada latido enlatado, encerrado.
Se corta la respiración,
y los ojos se te inundan de lágrimas, las cuales no logras
identificar si son de pena, dolor, alivio, o simplemente de amargor.
No consigues que se derramen, y te ciegan hasta el punto de no saber
por que camino tienes que ir. Te desorienta, te vela la realidad y no
te deja ver lo que necesitas, lo que te conseguirá liberar.
El miedo es tu enemigo y
amigo más fiel, el que nunca te abandona. Anda contigo agarrado de
tu mano y te da seguridad. Crees firmemente en que será tu
salvación, porque te aleja de las cosas malas que te volverán a
herir. Quieres abrazarle y salir corriendo con él en brazos para que
nadie pueda hacerte pensar que aquello a lo que te aferras es en
realidad algo que tienes que superar.
Una burbuja de mentiras
que te cuentas a ti misma. Engaños de una realidad paralela en la
que quieres vivir. No necesitas a nadie ni a quien te haga reír. Te
basta estar contigo misma porque es más triste sentirse sola rodeada
de gente, que estar sola de verdad. Porque crees que todas tus
excusas para mantenerte encerrada son tan cuerdas y lógicas que son
tu ley, tu vida, y tu tranquilidad.. Una tranquilidad falsa,
engañosa, que solo te consigue separar más de aquellas personas de
las que en realidad huyes, a las que no te quieres enfrentar, porque
tu voz tu misma la acallas, porque no te dejas escuchar.
Luchas perdidas antes de
batallar. Analizas todas las probabilidades que tu mente es capaz de
procesar, y en todas ellas acabas dañada, sola y peor que como
empezaste. No eres capaz de ver esa luz en los demás y dejar que te
demuestren que pueden sorprenderte, porque crees saber que todos son
iguales, que tu vida está cortada por un mismo patrón. Analizas
sobre lo que conoces, o lo que crees conocer, sin prestarle atención
a tus propios errores.
Cree en ti, cree en los
demás. Una piedra en el camino no es el fin, ni dos, ni tres, ni
siquiera un millar, pero si la causante de que haya tantas y tantas
en tu camino eres tu misma, mucho menos.
