Las estrellas me contaron un cuento, el
día en que decidí salir de mi pequeño rincón.
Me contaron que el universo es tan
grande como puedas imaginar. Que los problemas, si los comparas con
su extensión, parecen tan pequeños como la uña del dedo meñique
de nuestro pie.
Me enseñaron que la luz nunca se apaga
y que puede durar años y años en la más inmensa oscuridad. Me
explicaron que esa misma luz puede viajar por todo el universo, e
incluso en la muerte, se puede seguir brillando.
Son ellas las que me han explicado que
el sueño de la inconsciencia se puede hacer realidad. Que muchas
personas no se dan cuenta de que están ahí, de que son parte de
nosotros, y que por ello no son menos especiales. Sus sabias palabras
me dijeron, que aunque somos invisibles para algunos, otros pueden
hacer un estudio detallado sobre tu vida, con tal pasión, que hasta
te pueden abrumar.
Quiero creer que todas su palabras son
reales, que aunque a veces ellas están ocultas, siguen estando ahí.
Yo las pienso cada noche, aunque no las pueda ver. Yo las noto en el
camino de la oscuridad. Ellas me guían, me enseñan a valorar. Por
ellas creo en la belleza de aquel que brilla con su propia fuerza de
voluntad.
Son las estrellas las que por las
noches me hacen soñar que es posible lo imposible. Que a pesar de
que este mundo es eterno, inmenso, y nos puede engullir con su
grandeza, quiero creer que alguien, algún día, me verá. Igual que
yo las veo a ellas. Ser un punto de luz en una gran oscuridad. Ser lo
único que pueda vislumbrar. Que sepa apreciar que muchas alumbran,
pero yo ser su estrella polar. Su guía, su mejor amiga, su cordura y
su bienestar. Quiero seguir soñando que tengo alguna posibilidad.
Quiero tantas cosas, que no se por donde empezar.
Me siento inmensa y con una gran
capacidad, pero sé que en este mundo hay muchas estrellas que
brillan, y que yo soy una más. Aunque quiero ser como esas estrellas
que me han ayudado a querer crecer, a querer soñar, a querer ser una
guía espiritual.
Este es el consejo que me dieron un
noche en que me paré a pensar, que aunque mis problemas parezcan
enormes, son una nimiedad. Me enseñaron que es mejor luchar. Me
enseñaron que nadie puede apagar mi luz, aunque en ocasiones parece
que no me puedan ver. Me enseñaron que soñar es posible, y hacerlo
realidad también. Me enseñaron que mi luz puede ser eterna y llegar
a un punto infinito donde alguien me pueda necesitar. Me enseñaron
que se puede ser grande, y a la vez sentirse pequeño. Y que aprenda
a valorar que es realmente lo que importa, que los problemas solo
deben ocupar un pequeño recoveco en mi gran universo personal.

Me has dejado con la lagrimita ahí, colgando, y con la cabeza funcionando a mil por hora. Enhorabuena :)
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