¿Pueden las palabras deborarte el
alma? Soy de la opinión de que cuando un escritor acaba un libro,
deja un poco de si mismo entre las páginas, en que es algo así como
el Horrocrux de Harry Potter y que con ello se convierten en
inmortales (Stephen King tiene el alma a cachitos con todo lo que
llega a publicar).
Pero ¿que pasa con los lectores? Pues
creo que también formamos un poco parte de esa inmortalidad, aunque
en menos medida. En el caso del lector, hace inmortal al escritor
comprando y compartiendo, con el boca a boca, las obras de aquel al
que admira, el que le ha llegado al corazón, y que aunque no nos
hagamos inmortales, igualmente dejamos un pedazo de nuestro ser en
cada letra que leemos. En ocasiones esas palabras empiezan a formar
parte de nosotros mismos, y nosotros un poco parte de la historia que
se esconde entre las páginas.
No se vosotros, pero yo tengo muy mala
memoria, horrible, de verdad, pero aún y con eso puedo recordar los
libros que me han llegado tan hondo que han pasado a ser parte de mí.
Os podría nombrar “Las luces de septiembre”, porque aunque hayan
habido otros libros antes, ese fue el que me descubrió el placer de
la lectura. Os puedo hablar de “La sombra del viento”, que
consiguió arrancarme unas lágrimas como puños, y que me ha
acompañado desde que se publicó. Vuelvo a nombrar a “Harry
Potter”, porque trajo a mi vida a alguien que ha sido de las más
importantes que han estado acompañándome en este proceso llamado
vida. Si queréis os nombro también la “saga Valeria” que
apareció en mi vida en el preciso momento en el que yo más
necesitaba ver, aunque parezca exagerado, que crecer no es malo, que
hacerse mayor es un condicionamiento de la mente, que cumplir treinta
años puede ser el inicio de algo, no el final. Aparte, me ha hecho
conocer a gente maravillosa y de la espero no separarme. “La hora
de las brujas”, ese libro que me hizo ver que podía leerme un
libro en cuatro días, y que adoré desde el primer momento.
Me dejo tantos y tantos libros en el
tintero, que seguramente no me creáis, pero han formado parte de mi
forma de afrontar el mundo. Han lamido un poco mis heridas internas y
me han desinfectado de ideas que podrían haberme destrozado. He
llorado con ellos, y han sido mis compañeros en momentos de
debilidad, de soledad, de locura. Han curado mi corazón, después de
que me lo destrozaran, han curado mi cabeza, en mis momentos de odio
a mi misma, han conseguido que me distraiga, cuando el mundo parecía
que se iba a desmoronar. Es por ello que cuando la gente me pregunta
por qué leo tan rápido, o el motivo por el que prefiero un libro a
la vida social, les respondo que ellos me regalan mundos donde todo
es posible, un mundo en el que hasta yo podría conseguir lo que me
propusiera, un mundo que creería en mí. No me hacen pensar en toda
la mierda que me rodea, consiguen que me evada de la realidad en la
que vivo. Adoro leer y transportarme con la mente a situaciones que
me muero por vivir, pero que tristemente no creo que nunca más
vuelva a sentir.
En definitiva, la lectura me llena, me
roba pedazos de alma, me cura, es parte de mí como yo de ella, pero
la pregunta es ¿crees en mis palabras? ¿y tú porqué lees?
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