Historias

domingo, 27 de diciembre de 2015

Y así empezó...

Estoy sentada en este sofá en el que nos dimos tantos besos, me hiciste el amor y donde un día confeccionamos la lista que tengo en las manos.

Aún recuerdo como fue todo, desde el mismo momento en que nuestros ojos se cruzaron en aquel bar al que acudíamos habitualmente, pero donde nunca nos habíamos cruzado hasta aquel preciso momento. Llámalo destino, llámalo casualidad, solo sé que fue lo suficientemente mágico para que te colaras en mis pensamientos.

También recuerdo que no fue, ni de lejos, la primera vez que hablamos, solo nos miramos. Nos rehuíamos y sonreíamos al pensar “Crees que no te he visto mirarme, pero lo he hecho”.

Eramos solo un pensamiento en la mente del otro, y entonces me levanté y me fui. Huía de aquello por miedo al rechazo, por miedo a las palabras que mi mente repetía una y otra vez antes de que fueran pronunciadas por tus labios. Y me arrepentí. Claro que lo hice. Lloré tu ausencia sin conocerte, hice y deshice para volver a coincidir contigo en aquel lugar, pero no volviste. No te volví a ver.

¿Habías sido un espejismo? ¿Era a consecuencia del alcohol? No eras perfecto para nadie, salvo para mí. Tus gafas de pasta, tu pelo por los hombros color castaño claro, tu cuerpo espigado y casi excesivamente delgado para tratarse de un hombre. Vale, no eras el sueño de ninguna, pero eras mi sueño y eso me bastaba.

Habían pasado meses de aquella primera vez cuando te acercaste por mi espalda, no para hablar conmigo, sino para pedir una copa. Te escuche y algo en mi cuerpo me dijo que debía girarme y mirarte. Allí estabas, viva imagen de mi locura. No eras un espejismo, no podías serlo. Levanté la mano movida por la desesperación y la puse sobre tu pecho, solo para poder comprobar que eras tangible, y lo eras. Mis ojos no se apartaban de mi mano sobre tu corazón. Pasaron unos segundos hasta que me dí cuenta de que te había tocado sin venir a cuento. Noté mis mejillas arder, mis ojos abrirse de par en par, y una pequeña sonrisa nerviosa estirar mis mejillas hasta casi tocar mis orejas.

- Esto... ¿estás bien?

Tus primeras palabras estaban destinadas a valorar si estaba bien mentalmente, claro, porque aquello no era normal. Alcé mis ojos y te vi mirarme, darte cuenta de quien era yo, y tu mano salió disparada hacia la mía, sujetándola en aquel punto donde tu corazón empezó a taladrar tu pecho. Creo que fue el momento exacto en que supe que aquello que sentía, aquella electricidad, aquel movimiento en mis tripas y aquellas voces en mi cabeza que me gritaban “no dudes más”, era todo causado por el miedo a saber que te había encontrado. Que ya no podía hacerme la tonta frente al amor, frente al hecho de volver a sentir mi corazón galopando a toda velocidad queriendo estamparse contra el tuyo.

Así empezó todo, nuestro caos de relación. Nuestras idas y venidas, nuestras peleas por querernos demasiado. Aquellas tontas palabras hirientes de dos inexpertos en el campo del amor. Fue cuando quise quererte hasta siempre, cuando aprendí a compartirme contigo. Cuando dejé de ser egoísta y quise darte lo que era. Cuando quise aceptar un compromiso y que eramos dos en la ecuación. Llevaba tanto tiempo sola, tanto tiempo sin dar explicaciones, que tuve que aprender a marchas forzadas. Y lo hice, te aprendí, me aprendiste, nos entendíamos incluso a gritos. Me escuchabas, que es mucho decir, y no solo te dedicabas a oírme.

Entonces nos sentamos, aquí, en este mismo lugar, cuando empezamos a compartir un hogar en común y nos prometimos que haríamos cosas juntos más allá de estas paredes que ahora nos ahogaban y nos comprimían. Decidimos hacer una lista de cosas que queríamos hacer juntos y que no queríamos dejar pasar solo por no tener el tiempo suficiente.

La verdad es que cumplimos con casi todos los puntos muy rápido. Nos fuimos de viaje a Nueva York, algo que sin duda era nuestra prioridad. Fuimos a comer a uno de esos restaurantes exclusivos que hay sobre los edificios más altos y desde donde podíamos contemplar la ciudad entera. Nos hicimos un tatuaje a juego, aunque diferentes, para que solo nosotros supiéramos su significado. Nos escribimos un cuento corto, donde yo era tu musa, y tu mi príncipe azul. Nos preguntábamos cada día como nos había ido el día, y ese era nuestro momento mágico abrazados en este sofá.

Después fuimos cumpliendo cosas más tranquilamente, como ver en concierto al grupo que tocaba la segunda vez que nos vimos. Dejarnos notas en la nevera cada vez que nos teníamos que separar por temas de trabajo. Ir a aquella casa rural que tanto nos gustaba, pero que se salía de nuestro presupuesto. Viajar y ver el mundo. Hacer una sonrisa de cada mañana. Que cuando nos peleábamos, que era muy normal en nosotros, nos escucharíamos antes de sacar conclusiones precipitadas. Comer pez globo los dos a la vez. Nadar entre tiburones.

En definitiva un largo etcetera de siete años de relación, que aunque no sea mucho, fue tan intenso como real.

Había dos puntos, dos que siempre habíamos tenido en la zona oscura de aquel bonito recopilatorio de intenciones, pero que tan bien supimos cumplir. El primero, ser sinceros y si alguna vez aparecía una persona entre nosotros que nos pudiera lastimar y degradar nuestra relación lo diríamos. Y el último... nunca decirnos adios.

Supongo que este es tu modo de despedirte, sin decirme esa palabra que tanto duele y que tan rota me deja.

Esta mañana he encontrado esta lista que tantos años nos ha acompañado sobre la mesa que ahora mismo tengo delante y que sigo mirando desde hace tres horas sin poder creerme lo que ha pasado. Sigo dándole vueltas a la cabeza, al corazón, sigo pensando que debe ser una broma macabra, porque esa opción, la de una persona interponiéndose entre nosotros estaba marcada, tachada, indicándome que estaba hecho, que ahí estaba la prueba. Había pasado y me lo estaba diciendo, estaba siendo sincero. Él se había ido con otra y me había dejado, eso sí, sin decirme adios.

martes, 22 de diciembre de 2015

Recuento de 2015

Aún no hace el año desde que quise reabrir este pequeño mundo, mi mundo. Ese lugar donde pretendía dejar ir todas mis frustraciones, todos mis sueños. Es donde quería esconderme bajo las mantas de unas palabras que me roban el aliento, de unas promesas que mi cabeza no quiere dejar de darle vueltas. Cosas sin cumplir, esperanzas vacías, y un año más de mi vida en el que siento que he desperdiciado, en gran medida, todo el tiempo que quería usar en hacer realidad mis deseos. 

Luego esta esa voz, esa pequeña y estupida voz que me dice y me recuerda que los sueños no tienen fecha de caducidad, que no debería ponerme una meta para hacer un sprint, que debería hacer las cosas de corazón y sin obsesionarme con lo que no he conseguido, que me quede con todo aquello que he ganado. 

A veces esa voz tiene más razón que un santo, y suelo hacerle caso, así que... de perdidos al río. Voy a tomarme con calma mi vida (no con demasiada), que aún me queda mucha por delante que vivir.  

Empecé el año sintiendo un terror horrible por cumplir treinta años, por entrar en esa espiral que me llevaría, sin remedio a envejecer sin poder parar el proceso. Tengo una edad en la que se espera que hayas hecho ciertas cosas con tu vida. Tener pareja, un hogar propio, tener hijos o al menos alguien con quien tenerlos. Dejar de ser una niña que solo piensa en la fiesta. No hacer ni decir tonterias. Vivir la vida como una adulta...Vamos son cosas para las que creo que no he nacido. No quiero dejar mi locura aparte, aunque sí que me he calmado un poco. No quiero tener hijos, al menos no por decisión propia. No tengo una pareja, pero tampoco vivo obsesionada con la idea de tenerla porque no sabría que hacer con ella. De lo único de esa lista que quiero hacer si o tambien y económicamente no puedo, es tener mi propio piso.

Bueno, mejor dejar de lado lo que no tengo, ¿verdad? Voy a pensar en lo que este año me ha aportado. 

Aproximadamente hacia febrero descubrí un libro del que os he hablado varias veces, en realidad me lo recomendaron, es la Saga Valeria de Elisabet Benavent, y no sabía yo que un simple libro iba a aportar tanto a mi forma de vivir. Lo primero que hizo fue que se me quitaran los miedos a cumplir años. Rompió con manos de acero mi complejo de Peter Pan, y simplemente me dijo que cumplir años no es el fin de nada, sino el comienzo de un todo. Que es bueno madurar sin dejar de ser una misma, y eso me gusta, y me gusta mucho. Esa novela también ha aportado a mi vida muchas y muchas alegrías. Personas que adoro, sueños cumplidos, poder visualizar mis metas, etc. 

He conocido gente maravillosa y que espero a algunas conocerlas en persona, y a otras seguir viendolas y continuar generando recuerdos. Me han hecho reír en mis momentos malos, han aguantado mis neuras, mis tonterías. Han sabido confiar en mí y que yo confie en ellas. Algunas me han dececpionado (no todo puede ser perfecto) y otras me han sorprendido gratamente. 

Es verdad que si pienso en que ya estamos a las puertas de 2016 me parece que ha pasado muy rápido este 2015, pero si echo la mirada atrás me dorprendo de todo lo que ha pasado durante este año. Demasiado. Ha sido una locura tras otra. Creo que este año ha sido el más movido de todos. He ido a Madrid, a Valencia, he conocido a mucha gente (me reitero) he leído libros buenísimos, me he reencontrado con gente, se ha casado una amiga, voy a ser tía de nuevo, he descubierto cosas sobre otras personas, y he aprendido a conocerme un poco mejor. 

En este último trimestre he conseguído encontrar un poco, pero muy poco, de paz interior. He tratado de controlar mi mal genio, aunque a un aries no hay quien lo controle. He dicho lo que quería decir, y he sabido cuando morderme la lengua. Me he hecho muy fan de los gintonics y de los mojitos. He descubierto que en mi pueblo hay vida después de las doce de la noche. He conseguido variar un poco mi vida social, y que no fuera siempre lo mismo. He aprendido a quererme y a tratar de ser fuerte. Ha no hundirme en mi miseria, al menos no tanto como antaño dónde mi mundo sentía que estaba derrumabado y solo a veces estaba en pie. La tortilla se ha girado. 

En definitiva, que ha habido de todo, aunque me parezca que no ha pasado nada interesante. 

He descubierto que los propositos no se tienen que dejar para el año nuevo, que deberíamos proponernos hacer las cosas YA, cuando realmente lo querémos hacer y no dejarlo para mañana.

Creo que os voy a dejar un poquito ya, y solo le pido una cosa al 2016, que sigan vieniendo muchos más y que no se olvide de mí. 

Felices fiestas, y si no vuelvo a escribir, feliz año 2016.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Un mundo gris

No me conociste lo suficiente. No me diste oportunidad. Solo asumistes quien era, quien soy y quien seré sin querer profundizar.
Te negaste a escucharme, a intentar conocer mi yo real, solo viste lo que el espejo refleja, sin mirar lo que mi voz puede causar.
Soy una mente activa, con miedo al que dirán.
Soy un sueño olvidado en el arcón del que pensarán.
Soy aquello que nadie ve, aunque todos creen mirar.
Solo soy un pequeño pez que no sabe nadar.
He perdido todo por el dolor del rechazo, y en un momento me tuve que encerrar. Tuve que dejar de ser bondadosa, de pensar en los demás, tuve que convertirme en alguien que no debe llorar. Ser fuerte por fuera, para que no me hieran más. Poner un escudo que nadie puede penetrar.
Nunca hablo, nunca existo, mi vida es gris y sin esperanza. Nunca nada tengo que contar, todo es un "sin más".

sábado, 21 de noviembre de 2015

¿Pueden las palabras robarte el alma?

¿Pueden las palabras deborarte el alma? Soy de la opinión de que cuando un escritor acaba un libro, deja un poco de si mismo entre las páginas, en que es algo así como el Horrocrux de Harry Potter y que con ello se convierten en inmortales (Stephen King tiene el alma a cachitos con todo lo que llega a publicar).

Pero ¿que pasa con los lectores? Pues creo que también formamos un poco parte de esa inmortalidad, aunque en menos medida. En el caso del lector, hace inmortal al escritor comprando y compartiendo, con el boca a boca, las obras de aquel al que admira, el que le ha llegado al corazón, y que aunque no nos hagamos inmortales, igualmente dejamos un pedazo de nuestro ser en cada letra que leemos. En ocasiones esas palabras empiezan a formar parte de nosotros mismos, y nosotros un poco parte de la historia que se esconde entre las páginas.

No se vosotros, pero yo tengo muy mala memoria, horrible, de verdad, pero aún y con eso puedo recordar los libros que me han llegado tan hondo que han pasado a ser parte de mí. Os podría nombrar “Las luces de septiembre”, porque aunque hayan habido otros libros antes, ese fue el que me descubrió el placer de la lectura. Os puedo hablar de “La sombra del viento”, que consiguió arrancarme unas lágrimas como puños, y que me ha acompañado desde que se publicó. Vuelvo a nombrar a “Harry Potter”, porque trajo a mi vida a alguien que ha sido de las más importantes que han estado acompañándome en este proceso llamado vida. Si queréis os nombro también la “saga Valeria” que apareció en mi vida en el preciso momento en el que yo más necesitaba ver, aunque parezca exagerado, que crecer no es malo, que hacerse mayor es un condicionamiento de la mente, que cumplir treinta años puede ser el inicio de algo, no el final. Aparte, me ha hecho conocer a gente maravillosa y de la espero no separarme. “La hora de las brujas”, ese libro que me hizo ver que podía leerme un libro en cuatro días, y que adoré desde el primer momento.

Me dejo tantos y tantos libros en el tintero, que seguramente no me creáis, pero han formado parte de mi forma de afrontar el mundo. Han lamido un poco mis heridas internas y me han desinfectado de ideas que podrían haberme destrozado. He llorado con ellos, y han sido mis compañeros en momentos de debilidad, de soledad, de locura. Han curado mi corazón, después de que me lo destrozaran, han curado mi cabeza, en mis momentos de odio a mi misma, han conseguido que me distraiga, cuando el mundo parecía que se iba a desmoronar. Es por ello que cuando la gente me pregunta por qué leo tan rápido, o el motivo por el que prefiero un libro a la vida social, les respondo que ellos me regalan mundos donde todo es posible, un mundo en el que hasta yo podría conseguir lo que me propusiera, un mundo que creería en mí. No me hacen pensar en toda la mierda que me rodea, consiguen que me evada de la realidad en la que vivo. Adoro leer y transportarme con la mente a situaciones que me muero por vivir, pero que tristemente no creo que nunca más vuelva a sentir.

En definitiva, la lectura me llena, me roba pedazos de alma, me cura, es parte de mí como yo de ella, pero la pregunta es ¿crees en mis palabras? ¿y tú porqué lees?

viernes, 20 de noviembre de 2015

Chof

Hoy estoy un poco "chof". Estoy en uno de esos momentos que en ocasiones odio y trato de recordarme que solo son tonterías mías y bajones de autoestima que no tienen sentido, porque habitualmente me siento bastante segura de mi misma, pero entonces me viene ese pensamiento, ese que me dice "eres segura de ti misma a pesar de..." y un cúmulo de cosas malas empiezan a crecerme entre pensamiento y pensamiento. Sale a la luz todas mis inseguridades y me machacan una y otra vez.
Quien me conoce, sabe que durante mucho tiempo este fue mi estado natural, el de sentirme poco más que una mierda, pero que con el tiempo he cambiado algo o al menos trato de no dejar que vean mi lado más sensible, por decirlo de algún modo.
Hay gente que cree que soy dura, segura de mi misma, y que todo me resbala, y en cierto modo es así, al menos el 80% del año trato de que sea así, aunque hay momento como ahora... Los hay, porque soy débil y no puedo estar siempre con la coraza puesta 24/7, imposible.
Vale, no me juzguéis, por favor.... Es un lapsus, pero necesito escribirlo, y no quiero que me vengáis con el "no seas tonta" y cosas por el estilo. No busco dar lástima, ni busco comprensión, un abrazo o palabras de ánimo,  o sí, pero me incomoda que solo lo digan por hacerme sentir mejor, porque no puedo fiarme de esas palabras arrancadas en momentos de debilidad.
Llevo ya un tiempo que me siento fatal por mi tamaño, me acomplejo, no quiero salir demasiado para que la gente no me vea, no quiero conocer gente nueva. Me avergüenza estar tan gorda y eso solo me lleva a estar más deprimida y querer comer más. Después me como la cabeza, como ahora, y me echo la bronca por hacer eso. Pienso que todo el mundo me juzgará por mi aspecto, no quiero acercarme a nadie más pequeña que yo, para que no se vea tanta diferencia de tamaño. No quiero hacerme fotos, no quiero que me abracen, no quiero que me miren, solo quiero quedarme en casa, pero a la vez no, porque estar aquí me lleva a comer más. Todo eso me crea ansiedad, y nervios, ¿y que es lo que me calma? Comer más.
Estoy cansada y no quiero pensar así, no quiero llorar más por eso, pero es una maldita serpiente que se muerde la cola. Vamos, una mierda.

Pero en serio, hoy es algo puntual, quiero creer que es por eso de que la roja nos vuelve tontas a las mujeres, espero que sea eso con todas mis fuerzas, para poder acabar con el insomnio y mis problemas de actitud.

Ale ya está, todo dicho. No os preocupéis, de verdad, ya se me pasará.

martes, 17 de noviembre de 2015

Ruinas

Te leí y me enamoré. Te escuché y me hiciste vibrar. Te vi y no pude apartar mi mirada de ti, pero fue cuando realmente te conocí cuando conseguiste colarte por un pedacito de mi pecho y anidaste allí. Hiciste de mi corazón tu lugar para vivir, como un ocupa que sin permiso se cuela en una casa deshabitada.
El verdadero problema se presentó cuando te fuiste del mismo modo que llegaste, como un torbellino y sin avisar, sin un adios, dejando solo escombros, desechos, recuerdos recubriendo las paredes. Goteras y grietas sangrantes.
Desde ese momento mi corazón no es el mismo, ya no está habitable. Lo dejaste en tal estado que ha sido declarado en ruinas, y hay un cartel enorme que avisa de posible derrumbamiento haciendo huir a todos, y sin recibir una triste visita.

sábado, 14 de noviembre de 2015

A veces...

A veces yo también me canso, a veces también necesito que me escuchen, a veces también necesito apoyo... Pero nunca he encontrado el apoyo que he necesitado, nunca me han escuchado, y parece que yo siempre tengo que estar a tope y fantástica para ayudar a los demás.
Estoy cansada de empezar a hablar de algo, un algo que para mí es importante, aún a sabiendas que para los demás puede ser una mierda, o mi opinión esté a la altura de la suela de un zapatos, pero eso no significa que necesite menos atención, y que la gente me corte o grite para estar encima de mi voz.
Quiero poder hablar sin que alguien me interrumpa diciendo la suya, quiero que alguien me escuche y se calle. Quiero tantas cosas que nadie parece entender... Pero yo sigo ahí,  me callo y escucho. Pongo una sonrisa, o un hombro donde llorar.
He empezado a artarme de algunas actitudes y la única forma de que alguien se pare a prestarme atención es gritar que no me escuchan, que no me dejan acabar una frase... ¿Tan poco importa mi voz? ¿Tan insignificante creéis que soy? Aunque no os lo creáis estoy aquí, tengo mis opiniones, algunas serán acertadas y otras no, pero joder con el "Yo, yo, yo"...
No soy un cero a la izquierda, yo también tengo valor, y me he cansado tanto del tema que ya ni me preocupo de mi ni de nadie.
Ahora podéis decirme, por variar, que soy una exagerada porque vosotros tenéis cosas más importantes o que os duelen más y que lo que yo pienso o siento es tan insignificante que merece ser ignorado, pisoteado y pateado, porque yo no tengo problemas de verdad. Puede que eso que para ti sea un trauma de por vida, para mi sea menos que una mierda, ¿pero sabes? Nunca te lo diré, ni lo trataré como tal, porque para cada uno sus dilemas son realmente un quebradero la cabeza. ¡¡Sorpresa, incluso los mios!!

Bueno, que tampoco quiero que ahora me vengáis a preguntar que me pasa, que porqué me siento así,  de verdad, hoy no es ese día en que necesito simplemente hablar de banalidades, pero si un día voy con una tontería, sin venir a cuento, sabréis que necesito que me escuchen. Aunque sea decir el abecedario.

jueves, 29 de octubre de 2015

Sin más

No hace ni dos días que me propuse escribir aquí diariamente y ya he flaqueado. Sí, es cierto que ya estoy aquí y he cumplido mi promesa, pero casi no lo logro.
No he aprendido ninguna palabra nueva, tengo que buscar de donde sacar esa información, pero ya lo haré. Estoy segura de que debe haber alguna aplicación con ese propósito, y es que hoy en día es raro si no hay una App para cualquier cosa, en serio, somos unos seres perezosos y aburridos. Nos gusta que nos den las cosas hechas y cuanto más fácil, mejor. Tristemente me recuerda a aquella película llamada Walle, donde un encantador robot nos enseña, sin pretenderlo, una realidad que ahora no me parece tan descabellada.
Si no fuera por la crisis que hay, y por el precio del billete de metro, iríamos a todos lados con él. Yo no soy de esa liga anti andar,  yo prefiero moverme un poco y siempre que puedo busco una excusa para caminar, aunque sea ir a comprar. Es una actividad que me gusta, es gratis y es saludable.
Cambiando un poco de tema, porque soy así, me gustaría recordaros que este fin de semana es Halloween, pero es algo mucho mas grande, mucho más bonito, y mucho más antiguo, es Samhain. Para el que no lo sepa, samhain es el equinoccio de invierno de los celtas. En este día celebraban un ritual dónde daban gracias a los dioses (es el día en el que la fina línea que separa los mundos de los dioses del de los humanos se desdibujaba) por la cosecha y los veneraban para que no les faltara nunca nada. Lo único que el velo era tan fino, que a través de él podían pasar también malos espíritus o entes, algo demoníaco, y que se pintaban las caras y se ocultaban de ellos imitándoles para que así no les atacaran. Bueno, es mas o menos así,  es mucho más complejo y bonito. Viva los celta!!! Al que diga que halloween es una festividad consumista, no sabe una mierda!!

Mañana os hablaré de la serie que estoy viendo y que me tiene enganchada, por hoy me voy a dormir.

Besos

martes, 27 de octubre de 2015

Propositos

Estaba yo aquí, tratando de dormir, cuando he empezado a divagar sobre mis nuevos propósitos para 2016. Que si publicar una vez al día en el blog, aunque sea una chorrada diminuta ya que la intención al crearlo fue tener un miniblog para escribir desde el móvil... También tratar de aprender una palabra nueva cada día para así a final de año tener 366 palabras nuevas en mi vocabulario (es año bisiesto), y cada una de las palabras publicarlas en twitter. Cuantos libros plantearme leer, porque ya es obvio que no llegaré a los 55 de este año. Encontrar un nuevo empleo. Estudiar. Ser más amable con la gente buena. Cultivar mi memoria, cosa que cada vez me preocupa más. Hacer más ejercicio y no ser tan pasiva. Tratar de escribir ese libro que siempre digo que publicaré aunque sea para mí.
En definitiva, estaba pensando en muchas cosas, pero sobre todo, y la que me ha traído a escribir aquí, ¿porqué tengo que empezar dichos propósitos con el año nuevo? ¿porqué no puedo empezar ya a aplicarme mis buenas costumbres? ¿Porqué no empezar ya mis nuevas rutinas? Yo no lo entiendo, eso de año nuevo, vida nueva.... Prefiero empezar a trabajar en mi felicidad desde hoy, y no a partir del 1 de enero de 2016, porque es ahora cuando necesito sentarme a pensar y a saber que quiero hacer con mi vida, sin excusas, sin pararme, sin vaguería, solo trabajando por y para mí. Por mis sueños, para mi bienestar mental. Así que... Nada, aquí mi primer post escrito desde el móvil, obviamente parecerán (o más bien serán) muchos más cortos que si tecleo con el ordenador.
Mañana seguiré con el blog, porque es una rutina que me quiero marcar, el escribir aunque sea una frase en mi pequeño mundo, en "my world".

Besos

lunes, 12 de octubre de 2015

Sentimientos




Porque no todas las palabras son bonitas.
Porque no todo tiene solución.
Porque hay sueños inalcanzables.
Porque hay lágrimas por desamor.
Porque hay amores imposibles.
Porque hay sentimientos con dolor.
Porque hay perdidas irreparables.
Porque nos cerramos al amor.
Porque hay actos de agonía.
Porque hacemos daños sin razón.
Porque hay tantas cosas por las que no quieres vivir,
que solo puedes pensar que haces aquí.
¿Pero que pasa con aquello que el daño eclipsa?
¿Aquello que has dejado de ver?
Porque estar vivo es sentir, bueno y malo, todo de una y con una gran razón, ya que no se puede apreciar lo uno sin lo otro, y a eso se le llama vivir.

domingo, 2 de agosto de 2015

Amor a un metro

Sentada en el tercer vagón del la línea 9, mientras tenía entre mis manos uno de mis adorados libros, una imagen del recuerdo perforó mi mente. Unos ojos brillantes y azules rodeados de las pestañas más espesas y negras que había visto en mucho tiempo.

Hacía un tiempo, cuando yo era una niña, me encontré con esos mis ojos, solo que en aquella ocasión fue en la línea 1, pertenecían a un niño de aproximadamente mi edad de aquella época, unos 13 o 14 años. Vestía una camisa blanca, y unos tejanos de color azul. Se puso justo delante de mí. Su piel era pálida, tanto que hacía resaltar esos ojos aún más. Su cabello negro caía sobre su frente, rozándole las pestañas y me dejó hipnotizada. 

Recuerdo que pensé que se trataba de un ángel bajado del cielo, con la sonrisa más bonita que jamás había visto. 

Durante unas cuantas paradas, estuvimos uno frente al otro, yo tan perdida en su mirada que apenas podía avanzar en mi lectura. Pero la conexión se perdió cuando mi parada llegó y tuve que bajar sin poder saber si alguna vez, en algún otro lugar, podría encontrar de nuevo aquella mirada.
Sí, era exactamente igual que en aquel instante, leyendo mi libro preferido, pero con 12 años más sobre mi espalda. 

Me hizo feliz acordarme de la inocencia de aquella niña que habitaba en mi. Como una simple mirada movía mi mundo. El impulso de aquella imagen me arrancó una sonrisa radiante. Mis ojos lagrimearon de la emoción. Aparté la vista de mi libro, miré hacia delante, y mi cara de sorpresa se despertó. 

Frente a mí, 12 años más tarde, aquellos ojos volvieron a mirarme. Aquella sonrisa mágica, aquel pelo negro algo más corto, y aquellas espesas pestañas que me perdían, todo ello era igual, pero ya hecho todo un hombre.

Quise pensar que él también me recordó, que también fui un recuerdo de su niñez, solo sé que me sonrió, se acercó a mí y se sentó a mi lado. 

A través del cristal de la ventana, que quedaba frente a mí, pude ver sus expresiones. Cambiaba de idea, se notaba en sus continuas muecas que alternaba con bajar la mirada al suelo.

Al fin se giró, me sonrió, y su voz sonó a gloria cuando me preguntó.

- ¿Eres aquella niña, verdad?

Me sorprendió su voz. Era dulce, pero fuerte. Me giré para mirarle, y comprobar que no eran imaginaciones mías. Busqué mi voz en el interior de mi cuerpo. Las fuerzas para realizar aquella pregunta.

- Entonces ¿me recuerdas?

Con esas dos simples frases supimos que aquella experiencia fue algo inolvidable para ambos. Así fue cómo volvimos a contactar, cómo esta vez siendo adultos, nos facilitamos datos de contacto, y cómo gracias a un viaje en metro encontré a la persona que estaba destinada a mí. A aquel que estuve esperando y que hizo volver la magia a mi corazón. 

Creo que esa sonrisa, que al mirarle despertaba en mí, nunca la volveré a perder, porqué el sueño de una joven se hizo realidad.

Y ya dicen que cuando encuentras el amor el mundo se tiñe de rosa, y la otra persona se ilumina como un ángel, que te llena de alegría y emoción, al igual que dice el dicho "el amor se encuentra cuando menos lo esperas", y que "más vale una triste sonrisa que la tristeza de no saber sonreír", porqué nunca sabes quien te puede estar mirando.

09/06/2011

sábado, 1 de agosto de 2015

Soledad

Porque a veces creo que la soledad es mi más fiel compañera, aquella a la que no debo traicionar. Escribo palabras que el viento se lleva, y cada lágrima que derramo no sirve de nada. 

Solo hay tristeza en un corazón muerto y quebrado. Solo hay oscuridad en la cabeza del que nunca ha amado. Una oscuridad peligrosa, sinuosa, destructiva, calculadora, esperando el momento de debilidad para atacar y destruir el alma que habita en el cuerpo antaño humano. Matando cada una de las partes del razonamiento que le da estabilidad a la vida. 

Llanto, murmullos, gritos desesperados. Nada hace efecto, me sigo sintiendo sola.

¿Cómo gritar en un mundo sordo? 

¿Cómo conseguir que alguien te entienda? 

Todo el mundo tiene su vida difícil, complicada, y nadie se para a mirar a su alrededor. Dejan a la gente morir en el olvido sin darse cuenta de su mas desesperado llamamiento de auxilio. Nadie habla el mismo idioma. Cada uno escucha sus palabras sin tratar de comprender al que tiene al lado.

¿Yo también he acallado las voces de los que me necesitan? 

¿Estoy tan absorta en mi sufrimiento que no veo el de los demás?

Seguramente sí, alguien se ha escapado de mi mano por mi propia culpa, por regodearme en mi dolor. 
 
He tratado de que no sea así. De tender una mano amiga a aquellos que me han llamado. He atendido sus sufrimientos por encima de los míos.

He llorado por dentro para que la empatía que pudieran sentir hacía mi persona no les afectara con más dolor. 

He ahogado demasiado mi alma en esas lágrimas que ahora no quieren dejarme escapar. 
¿Y ahora quien escucha mi llanto? 

¿No hay nadie en el mundo? 

¿Todos nos hemos olvidado de quienes somos? 

¿De donde venimos? 
Tal vez deba dejar de pedir ayuda. Tal vez solo deba seguir aguantando en esta vida, luchando yo sola, aunque ese sea mi mayor miedo. Que realmente ella, y solo ella sea mi amiga.

Soledad.


09/11/2011

Encuentro, y pérdida de cordura.

Esa sensación cuando todo el cuerpo te hormiguea, la piel se eriza, y los ojos se nublan. No sabes el motivo, pero tiemblas de emoción. Te giras y ves en la misma habitación unos ojos verdes que parecen atraer toda la luz de la habitación, y son el único foco de tu atención.

Notas que su mirada se clava en la tuya y el temblor se intensifica. No sabes aun el motivo, pero su mera presencia, su mirada sobre tu cuerpo, te hace arder por dentro y tu estomago se contrae. Sientes mareos y solo quieres que la distancia se acorte.

Empieza a caminar lentamente hacia ti. Los nervios te juegan una mala pasada y crees ser una gelatina temblorosa. Tus piernas vibran y casi no pueden sujetarte. Es entonces cuando él llega hasta ti y se acerca hasta que prácticamente las puntas de sus pies se alinean con las tuyas. Su mano se alza y acaricia tu rostro y retira un mechón de pelo para rozar con sus dedos tus mejillas, baja la mano hasta tu barbilla. Su aliento roza tu cara y tus pestañas revolotean. Parpadeas, como una mariposa asustada.

Crees que es un sueño.

Con sus labios acaricia tu mandíbula, dejando allí donde te a rozado un reguero de fuego apasionado. Tus ojos lagrimean y no te crees capaz de mantener las lágrimas a raya. La cabeza te da vueltas, y más vueltas. Sientes que vas a caer al suelo si no besa tus labios y los desata del sufrimiento más cruel que crees que te han infligido.

Y entonces suspiras, dándote cuenta de que has mantenido todo ese rato la respiración.

Él gira la cabeza y tortura tu piel con sus pausados besos por toda la extensión de tu rostro. La sien, los parpados, la frente y de vuelta a las mejillas, para posar un ultimo beso en la comisura de tus labios.

Al fin mueves la cabeza, buscando el secreto que esconde. Tratando de robarle un beso, pero sólo consigues que se aparte y esboce una sonrisa torcida que sabe que te hará, de un modo traicionero y seguro, derretirte por completo por aquel desconocido.

Baja su rostro y besa tu cuello, mientras con sus manos te rodea la cintura y la nuca. Consiguiendo así tenerte sujeta y quieta.

Te sientes como la presa de un depredador peligroso, pero la atracción es inevitable, astuta, certera...te dejarías hacer cualquier cosa.

Es entonces cuando al fin vuelve su rostro a posicionarse frente al tuyo y te ahoga en un beso tan devastador que las piernas ceden totalmente, y es él el que te sujeta fuertemente contra su cuerpo.
Las bocas juegan y crean un volcán de lava en erupción en todo tu cuerpo. Tus brazos cobran vida y se abrazan a su cuello, tus piernas te vuelven a sujetar, y el mundo, su cuerpo y el tuyo, dejan de existir. Todo se funde en uno y es cuando pierdes de vista la razón de la existencia. Ya no estas en un paraíso terrenal, has pasado a estar en un cielo de fuego y llamas llamado pasión

Sus caricias te envuelven y te enloquecen. Te hacen sentir el único ser sobre la tierra y nada tiene importancia en aquel momento, excepto sus manos en tu cuerpo. Esas sensaciones son el maná de la felicidad, del placer y la lujuria. 

El cuerpo vibra con cada roce. Sus dedos viajan por tus hombros descubiertos, acariciando cada célula de tu piel, despertando y hormigueando el órgano más erótico y extenso que recubre tu cuerpo. Todo reacciona a su paso y tus pechos se yerguen atentos a cada paseo de aquellas maravillosas manos suaves y grandes.

En ese momento reaccionas y te das cuenta de que no estáis realmente solos, de que estáis rodeados de otras personas que están en su propio universo. Bailan, hablan, beben, y tu casi pareces invisible ante aquellos ojos extraños. Te da una especie de seguridad y a la vez de verdadero éxtasis estar junto a gente desconocida haciendo cosas tan intimas y personales.

Vuestras bocas se separan y un gemido se escapa entre tus labios entre-abiertos. Te mira, con esos ojos que te hipnotizan, y crees poder volar fuera de tu cuerpo. Te sonríe torciendo la comisura de la boca y al fin has caído en un infierno de lujuria. 

Sus brazos rodean tu cintura y te atrae hacia su cuerpo entre chocando el centro de ellos. Y lo notas, lo sientes. Duro, fuerte, grande y poderoso. Te hace sentir pequeña y vulnerable a su atracción. 
 
El calor te vuelve a hacer gemir, y él trata de colar su lengua entre tus labios. Saben a cerveza y nunca habías creído que el sabor de esa bebida pudiera parecerte afrodisíaca. 
 
Acaricia tus labios humedeciéndolos y capturas entre tus dientes el musculo juguetón. Tan delicioso como creías que podía estar. Y la lucha vuelve a empezar. Un combate por saber quien derrite a quien. 
 
Una mano en tu pecho, acaricia tu pezón y eso consigue darte el valor suficiente, el coraje para alzar las manos, amarrarte a su nuca y enredar los dedos en su cabello mientras tiras de él y su cabeza cede. 
 
Esta es tu ocasión de devorar con avidez la nuez de su garganta, succionar su piel y lamer cada gota de pasión. Besas el lateral de su cuello y mordisqueas su arteria principal. Huele tan bien que pierdes el norte y te da igual quienes te rodean, necesitas que sea tuyo.

29/03/2012 (encuentro) 24/07/2014 (pérdida de cordura)

Explosión de placer

Adoro tus brazos, fuertes largos y acabados en esas preciosas manos de dedos largos y estrechos como el mejor de los pianistas. Me estremezco cuando me miras con esos ojos azules, similares al cielo más despejado, con el brillo del sol  y cada uno de sus reflejos. Tu sedosa cabellera larga y oscura hace estremecer cada centímetro de mi piel y solo quiero cogerla entre mis dedos y tirar de ella, abriendo paso a tus labios perfectos, rosados y suaves. Quiero que acaricies con ellos cada parte de mi. Adoro morder tu mandíbula, sentir esa incipiente barba que arreglas con pericia cada mañana para que quede una perfecta perilla en el centro.
 
Me desestabiliza que tengas la fuerza y altura suficiente para que me cojas por la cintura para poder besarte y de un salto rodear tus cadera y clavar en el centro de mi cuerpo tu más que apreciado poder masculino. Ese que me da calor y me hace derretirme.
 
Quiero besar cada parte de ti, pero sobre todo quiero que tu me beses, me abraces, me hagas sentir las mil mariposas que revolotean en el estomago, y no por estar enamorada, sino por querer sentir el mayor de los orgasmos cuando te entierres en lo más profundo, arrancando de mi garganta los gemidos más escandalosos. Quiero que tapes mi boca con esas preciosas manos y que te acerques a mi rostro con los ojos brillantes de expectación y des un beso sobre tu mano, que sigue sobre mis labios. Que absorbas mis suspiros. Que quieras deshacer cada parte de mi cuerpo y volverlo astillas. Que la lava fluya por dentro y en una explosión de lujuria hagas de mi una mujer, y yo hacer de ti un hombre. Quiero que juntos toquemos el cielo, descendamos al infierno, nos abrasemos y con la mas lenta de las ascensiones volvamos a precipitarnos en el mismo centro del universo. Convertirnos en una supernova y explotar haciendo que mil estrellas corran entre nosotros.

 25/07/2013

Locura de amor.

Era él. Había vuelto como me prometía cada noche que haría. Me rozó la cara con su callosa mano y con una suavidad infinita acercó sus labios a mí oído y me dijo muy bajito, haciendo estremecer cada una de mis células:

- He vuelto mi vida, ya estoy aquí.

Y sus labios viajaron por mi pómulo, mi mejilla, la punta de la nariz, depositando en cada lugar un dulce y abrasador beso para culminar en mis labios, que se volvían rojos por el calor y la pasión.

- Te quiero, nunca lo olvides.

Y eso hacía yo cada noche, recordar lo que pasaba desde hacía cuatro meses. Cada noche el mismo ritual. Me despertaba en mitad de la penumbra, cuando yo alcanzaba el séptimo sueño y conseguía arrancarme de aquel paraíso para atraerme a uno mas real y puro. Y yo era feliz, y sonreía. Le amaba aún sin saber su nombre, su edad o haber visto nunca con claridad su rostro.

Era apasionante amar cada noche a la misma persona. Mis sueños se hacían realidad desde que el apareció, de la nada, como proyectado desde lo mas profundo de mi corazón a aquel cuarto vacío y desprovisto de muebles o decoración. A aquella jaula que habían creado para mí. Él nunca me abandonaba. Incluso en el día, cuando la luz bañaba cada rincón de aquellas cuatro paredes desnudas, yo le sentía, aquí en lo más profundo de mí ser. En mis venas corriendo con mi sangre, calentándome, susurrándome, acariciándome, amándome... era él, estaba segura. Estaba aquí, conmigo, oculto en las sombras inexistentes. Cada soplo de aire olía a él. Con cada roce notaba sus manos sobre mí. Oh, como le echaba de menos en aquellos momentos de luz. Amo tanto la oscuridad gracias a él. Mi vida, mi cielo, mi amor, ¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes? No entiendo porque huyes con los rayos del sol, y apareces con la sombra de la luna. ¿Que te aparta de mí? Tal vez seas un ser mágico, seguro que es eso.

- Por favor – le ruego cada noche – no me dejes en la oscuridad. No te vayas todavía. ¿Porqué no te quedas y me haces el amor como deseamos? Quiero verte, para poder recordar tus ojos, tu graciosa nariz. Quiero ver como es tu suave piel y quiero saber el color de tu cabello.

Y siempre la respuesta es la misma:

- Si vieras lo que se esconde tras las sombras esto acabaría y jamás volverías a tenerme. ¿Es eso pues lo que quieres? ¿Quieres que me vaya y no vuelva nunca más? Yo jamás podría abandonarte por voluntad propia, es el destino que nos separa, mi dulce y preciosa flor.

Y con cada una de sus respuestas, cada vez que le preguntaba, la noche se hacía más corta y él me abandonaba antes. Y me dejaba aquí, sola, triste desamparada.

Quiero estar contigo y sentir tu aliento en mi cuello. Quiero aspirar tu aroma a libertad. Yo solo quiero tus labios, tus besos. Quiero tus caricias y tu deseo. Lo que quiero es sentirme viva como cuando estas conmigo en la oscuridad. Oh, no me dejes, vuelve a mí. Mis lágrimas cada día me consumen más el alma. Cada día que pasa soy un poco menos yo y solo consigo encontrar la cordura entre tus brazos mientras empapo tu camisa con mis lágrimas y mi sudor. Vuelve amor mio, no me dejes aquí sola. No quiero estar sola. Tu eres mi única salvación. Lo único que me ata a este mundo, y cuando no estas no encuentro sentido al vivir. Pasar este infierno sola es lo que realmente me hace sufrir.

Ellos son crueles y quieren que olvide, y poco a poco lo consiguen. Sus brebajes me enloquecen y me hace olvidar lo que soy, lo que eres. Hace que olvide tus besos y caricias. ¿Es que acaso no lo entiendes? Lo van a conseguir. Van a arrancarte de mi interior y entonces, mi amor, nunca mas te volveré a ver y caeré presa de la locura de un mundo monótono y sin color. Tú, que dicen que eres el demonio. Oh, por favor vuelve, vuelve a mí. Hazlo por nuestro amor, hazlo por nuestra historia. Quiéreme y llévame a donde la noche sea eterna y pueda estar siempre junto a ti.

Lo van a conseguir, y yo solo quiero estar contigo. Cada noche que vienes te veo más lejos y te siento un poco menos.

Él es todo mi mundo, acaso nadie lo entiende, acaso no me quieren escuchar. Dejad de llamarme loca, pues no lo estoy. Los locos sois vosotros que por no poder ver ni sentir creéis que este mundo en el que vosotros vivís es el real. ¿Que os da derecho a decir que lo que yo vivo cada noche es una ilusión? Si yo dijera que tus sueños son vanos y vacíos, que nunca te llevarán a donde quieres ¿dejarías de soñar? Pues dejarme sola en mi realidad, donde yo soy feliz, en aquello que vosotros llamáis locura y yo llamo realidad. Mía, solo mía y de nadie más.

Consejos de estrellas

Las estrellas me contaron un cuento, el día en que decidí salir de mi pequeño rincón. 

Me contaron que el universo es tan grande como puedas imaginar. Que los problemas, si los comparas con su extensión, parecen tan pequeños como la uña del dedo meñique de nuestro pie. 

Me enseñaron que la luz nunca se apaga y que puede durar años y años en la más inmensa oscuridad. Me explicaron que esa misma luz puede viajar por todo el universo, e incluso en la muerte, se puede seguir brillando. 

Son ellas las que me han explicado que el sueño de la inconsciencia se puede hacer realidad. Que muchas personas no se dan cuenta de que están ahí, de que son parte de nosotros, y que por ello no son menos especiales. Sus sabias palabras me dijeron, que aunque somos invisibles para algunos, otros pueden hacer un estudio detallado sobre tu vida, con tal pasión, que hasta te pueden abrumar. 

Quiero creer que todas su palabras son reales, que aunque a veces ellas están ocultas, siguen estando ahí. Yo las pienso cada noche, aunque no las pueda ver. Yo las noto en el camino de la oscuridad. Ellas me guían, me enseñan a valorar. Por ellas creo en la belleza de aquel que brilla con su propia fuerza de voluntad.

Son las estrellas las que por las noches me hacen soñar que es posible lo imposible. Que a pesar de que este mundo es eterno, inmenso, y nos puede engullir con su grandeza, quiero creer que alguien, algún día, me verá. Igual que yo las veo a ellas. Ser un punto de luz en una gran oscuridad. Ser lo único que pueda vislumbrar. Que sepa apreciar que muchas alumbran, pero yo ser su estrella polar. Su guía, su mejor amiga, su cordura y su bienestar. Quiero seguir soñando que tengo alguna posibilidad. Quiero tantas cosas, que no se por donde empezar. 

Me siento inmensa y con una gran capacidad, pero sé que en este mundo hay muchas estrellas que brillan, y que yo soy una más. Aunque quiero ser como esas estrellas que me han ayudado a querer crecer, a querer soñar, a querer ser una guía espiritual. 

Este es el consejo que me dieron un noche en que me paré a pensar, que aunque mis problemas parezcan enormes, son una nimiedad. Me enseñaron que es mejor luchar. Me enseñaron que nadie puede apagar mi luz, aunque en ocasiones parece que no me puedan ver. Me enseñaron que soñar es posible, y hacerlo realidad también. Me enseñaron que mi luz puede ser eterna y llegar a un punto infinito donde alguien me pueda necesitar. Me enseñaron que se puede ser grande, y a la vez sentirse pequeño. Y que aprenda a valorar que es realmente lo que importa, que los problemas solo deben ocupar un pequeño recoveco en mi gran universo personal.

lunes, 27 de julio de 2015

Mi pequeño secreto.


Quiero contarte un secreto, a ti que siempre me escuchas, a ti que siempre me ves, a ti que nunca me fallas, a ese pequeño ser que guardo en la cajita reforzada que una vez creé para que nunca te volvieran a herir.

Espero que no te siente mal, y que me sepas perdonar, pero creo que estoy preparada para volver a arriesgarme a amar. Quiero que sepas que no te quiero hacer ningún mal, que solo quiero volver a sentir cómo lates dentro de mí. Quiero que te emociones y des brincos con cada ilusión. Quiero que me arranques sonrisas sinceras y qué las lágrimas que derrame sean a consecuencias de las risas y no de las penas.

No quiero hacerte sentir sólo, encerrado y esconderte de personas que no pretenden hacernos daño.
Quiero que los dos aprendamos a volver a confiar, juntos, como antes.
Necesito sentir que estoy viva tanto por dentro, como lo estoy por fuera.

¿Sabes? Sé que esta vez no nos harán tanto daño, porque juntos hemos aprendido a ser fuertes ante las adversidades. Sé que nunca me abandonarás. Sé que no permitirás que vuelvan a hacerte sangrar como ya lo hicieron una vez. Sé que no me volverás a fallar, que no te querrás parar.

Hemos crecido, han pasado muchos años desde que te deje en libertad, pero creo que ambos hemos conseguido domarnos y llegar a un acuerdo.

Nunca más nos harán daño, porque ahora sabemos valorar lo bueno y lo malo. Porque para apreciar la felicidad, se debe de sufrir. Porque el yin y el yang son la base de todo.

Lo vas a ver, vamos a estar bien.

domingo, 18 de enero de 2015

PRESENTACIÓN

Este año cumplo mis 30 primaveras (y nunca más preciso, ya que nací en abril) y he decidido que quiero reabrir este blog y expresar un poco lo que mi mente va maquinando. No obstante, y para que quede claro desde el momento cero, solo el 50% de lo que leáis en estas entradas será verídico, el otro 50% será totalmente inventado. Ahora solo queda averiguar cual es la historia real que se esconde tras estas palabras.

El aviso viene dado debido a que me encanta un género literario llamado Chick-lit y que desde antes que me gustara leerlo me encantaba escribirlo, pero aún me gusta más inventar historias en mi cabecita loca, esta que mi santa madre y el cascarrabias de mi padre me pusieron sobre los hombros y con cuello por medio. Aunque muchas de estas locuras nunca las he plasmado en ningún papel o en formato electrónico cosa que realmente me parece una pena no haber hecho. Además os digo desde este momento que suelen ser historias que invento cuando estoy abstraída paseando, hablando con amigos, cuando trato de dormir (sobre todo en este momento) o cuando simplemente me quedo mirando a una esquina de mi habitación viendo una mota de polvo dar vueltas en las lilas paredes que me rodean, y es que es en ese momento cuando me debería decir a mi misma "niña, ponte a escribir lo que se te pasa por la mente", pero que queréis que os diga, seré sincera, se está muy cómoda sin hacer nada y solo pensando. La pereza siempre gana frente a la creatividad que me corroe las venas. 

¡Uf! vaya parrafada que os he metido y todo esto escrito mirando a la nada, en piloto automático y sin tener demasiado sentido, ¿verdad? Bueno os voy a pedir perdón desde ya, porque aparte de que escribo fatal, y en muchas ocasiones ni reviso que pongo, también porque soy doña faltas de ortografía y medio disléxica por lo que cambio las letras de sitio, un problemon para aquellas personas que se quieren dedicar a esto de plasmar palabras, pero es un reto que estoy dispuesta ha sobrellevar. 

También me gustaría avisaros de que la mayoría de mis locuras vienen dadas de mi afición por estar enamorada del amor, así que en muchas de ellas, por no decir en la mayoría, mis pensamientos se desvían al rinconcito romántico que tengo en el músculo este tonto y sin sentido que tengo incrustado en el pecho, y que ayuda a mi sangre a bombear. Sí, el susodicho es el corazón, mal de muchas de mis depresiones, pero también de esta fortaleza que ha ido creciendo poco a poco desde que nací y que me da fuerzas para darme cuenta que todo pasa y que he de templar mis nervios o mis pensamientos. 

Cuanto rodeo he dado para deciros que cuando mi mente se activa empiezo a pensar en situaciones donde un chico desconocido para mí, entra en el metro, me mira con sus preciosos ojos azules brillantes por la luz del fluorescente que inunda el vagón, su largo cabello recogido en una coleta, vestido al más puro estilo roquero por el que yo pierdo el sentido, y sin poderlo evitar (ni querer evitarlo) acabo cayendo rendida a sus pies sin siquiera haberme dirigido la palabra. Mientras yo proceso todo esto, él se sienta cerca de mí desde un lugar privilegiado donde pueda verme disimuladamente mientras hace como que escucha música. Yo, mientras tanto, hago como que leo, pero realmente no me entero de nada porque la situación es tan hipnótica que lo único que se me ocurre es coger el móvil y tratar de sacar alguna imagen para demostrarme luego que todo lo que creo estar viendo, sintiendo y viviendo no es una de mis trastornadas ideas donde alguien pueda fijarse en mí.

Tristemente, y lo es, siempre llega un momento en el que uno de los dos baja del vagón y a través del cristal nos miramos de reojo y todo se queda en una simple ilusión tonta que más tarde mi mente trata de recordar añadiendo detalles que nunca han sucedido de verdad, pero que mi corazón trata de impulsarlas como si de un virus se tratara para crearme pequeños cortocircuitos llamados esperanza. ¿Lo volveré a ver? ¿Se acordará de mí? Y es en ese preciso momento en el que empieza la vorágine de pensamientos a taladrar mí subconsciente donde me escapo a crear situaciones simuladas de lo que podría haber sido o lo que podría ser, y donde siempre acaba besándome ese chico, al que apenas he visto diez minutos, y declarándome su amor eterno entre los mayores versos de amor y las situación más romántica que jamás puedas imaginar (bueno, yo sí, que para eso es mi historia). Y todo esto pasa sin despeinarme porque aún ni he puesto un pie en la calle tras salir del vagón des metro.


Y os estaréis preguntando (y si no es así os planteo yo la pregunta) ¿A que viene lo de las 30 primaveras del principio? Es simplemente para que me mandéis regalos.... No, es broma (aunque si queréis no os pongo una pistola en la sien eh!). Todo esto viene a que debido a este acontecimiento he decidido cambiar un poco mi ritmo de vida y mi forma de vivir la vida que he tenido hasta este momento. Ahora mismo quiero escapar de este "país de nunca jamás" en el que vivo desde que tengo tanto pavor a crecer y ser una persona adulta, así que he decidido que quiero aparentar la edad que tengo, empezar a comportarme como tal y, lo más importante, llegar a cumplir aquellas metas que de joven pensé que estaría ya viviendo con mi edad como es el ejemplo de haber escrito una novela, que no haberla publicado. Siempre me había visto como una gran escritora que triunfaría en muchos países, incluso antes de que me gustara leer (cosa que hizo presencia bastante tarde para mi gusto).


Aunque no os lo creáis toda esta parrafada es solo para presentar mi blog de locuras donde deberás averiguar cual es la verdad tras mis palabras. Espero, deseo y sueño con que os guste tanto leerlo como a mí escribirlo, y es que cuando los dedos empiezas a teclear nunca puedo parar, el problema viene cuando me paso días sin tocar el teclado, que obviamente estos post no se escriben solos, ¿Verdad?.  

Hasta pronto.